La validación emocional es el proceso de reconocer, aceptar y comprender nuestras propias emociones y las de los demás sin juzgarlas ni minimizarlas. Se trata de darnos permiso para sentir lo que sentimos, sin invalidarnos con frases como “no debería sentirme así” o “esto no es para tanto”.
¿Por qué es beneficiosa la validación emocional?
Cuando validamos nuestras emociones estamos reforzando una relación sana con nosotros mismos y con los demás. Algunos de los beneficios son:
- Mayor regulación emocional: aceptar nuestras emociones reduce la intensidad con la que experimentamos y nos ayuda a gestionarlas mejor.
- Mejor autoestima: nos sentimos más seguros cuando sabemos que nuestras emociones son legítimas y merecen ser escuchadas.
- Relaciones más sanas: cuando validamos nuestras emociones y las de los demás fomentamos la empatía y la conexión con nuestras relaciones.
Consecuencias de la falta de validación emocional
Cuando una persona no valida sus emociones o ha crecido en un entorno donde sus emociones eran ignoradas o minimizadas, pueden aparecer dificultades como:
- Dificultad para identificar y expresar emociones: puede costar reconocer lo que se siente o ponerlo en palabras.
- Mayor estrés y ansiedad: la lucha interna por “no sentir” o “no exagerar” intensifica el malestar.
- Autocrítica excesiva: puede surgir un diálogo interno negativo (“soy demasiado sensible”, “debería superarlo ya”), afectando a la autoestima.
- Dificultades en las relaciones: la falta de validación propia puede llevar a minimizar las emociones de los demás o a sentir que no nos entienden.
Validar no significa resignarse a quedarse en el malestar, sino reconocer lo que sentimos para poder gestionarlo de forma saludable. Es el primer paso para regular nuestras emociones en lugar de luchar contra ellas.
Dificultades en la validación emocional y altibajos emocionales
Cuando una persona no valida sus emociones, puede experimentar más altibajos emocionales porque al no reconocer y aceptar lo que siente las emociones tienden a intensificarse o a salir de manera desbordada en momentos inesperados.
Por ejemplo, si alguien se dice constantemente “no debería estar triste” o “esto no es importante”, la emoción no desaparece, sino que se acumula y puede manifestarse después en forma de ansiedad, irritabilidad o incluso agotamiento emocional. Además, la falta de validación emocional puede llevar a cambios de humor más marcados, porque la persona no está procesando sus emociones de manera saludable, sino reaccionando impulsivamente cuando estas se vuelven demasiado intensas.
Por eso, la validación emocional ayuda a reducir estos altibajos, permitiendo que la persona tenga una relación más estable con sus emociones y pueda regularlas mejor.
Algunos ejercicios para empezar
Aquí tienes algunos ejercicios prácticos para que una persona aprenda a validarse emocionalmente:
- Nombrar la emoción sin juzgarla
- Cuando sientas una emoción intensa, en lugar de rechazarla, ponle un nombre: “estoy sintiendo tristeza” o “estoy sintiéndome frustrado”.
- Evita frases como “no debería sentirme así” o “esto es una tontería”.
Ejercicio: lleva un diario emocional donde anotes la emoción que sientes, lo que la desencadenó y cómo reaccionaste ante ella.
- Aceptar la emoción como válida
- Recuerda que todas las emociones tienen una función y son respuestas naturales a lo que vives.
- En lugar de minimizarte, prueba a decirte: “es normal que me sienta así en esta situación” o “mis emociones son válidas”.
Ejercicio: practica un diálogo interno amable, hablándote como lo harías con un amigo que estuviera sintiendo lo mismo.
- Conectar con el cuerpo
- Muchas veces ignoramos nuestras emociones hasta que se reflejan físicamente (tensión, dolor de cabeza, cansancio).
- Cuando notes una emoción, haz una pausa y pregúntate: “¿dónde la siento en mi cuerpo?”
- Respira profundamente y reconoce la sensación sin intentar cambiarla.
Ejercicio: realiza un escaneo corporal de 3 ó 4 minutos al día, prestando atención a cómo te sientes físicamente.
- Expresar la emoción de manera saludable
- Validarte no significa quedarte atrapado en la emoción, sino darle un espacio para luego gestionarla.
- Puedes expresarla escribiendo, hablando con alguien de confianza o incluso a través del movimiento.
Ejercicio: usa una hoja y escribe una carta sobre lo que sientes, sin preocuparte por cómo suena. Luego decide si quieres guardarla, leerla en voz alta o romperla.
- Evitar la comparación con los demás
- Cada persona siente de manera diferente y su historia influye en sus emociones.
- En lugar de decir “no debería sentirme así porque a los demás no les afecta”, prueba “mis emociones son mías y tienen un motivo”.
Ejercicio: cuando te sorprendas comparando tus emociones con las de los otros, respira hondo y repite: “mis emociones son válidas tal como son”.
Aprender a validarse emocionalmente es un proceso. Al principio puede costar, pero con práctica se vuelve más natural y ayuda a reducir el malestar emocional.