El estrés postraumático es un problema psicológico que se desarrolla en algunas personas que han experimentado un evento peligroso. Se puede identificar en personas que han vivido un desastre natural, abusos, secuestros o accidentes. También puede diagnosticarse en individuos que han sido testigos de una amenaza grave sufrida por alguien cercano.
Es normal sentir miedo durante y después de una situación traumática. El miedo desencadena respuestas fisiológicas que nos ayudan a enfrentarnos a un peligro o a evitarlo. Esta respuesta de lucha-huida es una respuesta normal que tiene como objetivo protegernos de un daño. Casi todas las personas experimentan una amplia variedad de reacciones después de un suceso traumático, la mayoría de ellas se recuperarán progresivamente de una forma natural; aquellas otras que continúen experimentando problemas podrían ser diagnosticadas de estrés postraumático, continuarán sintiendo estrés o miedo incluso cuando no haya ninguna señal de peligro a su alrededor.
¿Cuáles son los síntomas del trastorno por estrés postraumático?
Los síntomas normalmente comienzan pronto, en los tres meses siguientes al suceso traumático, pero algunas veces se puede comenzar a experimentarlos varios años después. Para que se considere que una persona sufre estrés postraumático la experimentación de los síntomas debe tener una duración superior a un mes y ser lo suficientemente severos como para que interfieran en el día a día de la persona.
Algunos de los síntomas pueden ser flashbacks (el suceso traumático se re-experimenta una y otra vez incluyendo respuestas corporales como la aceleración del ritmo cardíaco o la sudoración), pesadillas o pensamientos angustiantes.
La re-experimentación de la experiencia puede causar problemas en la rutina de la víctima y puede ser provocada tanto por los propios sentimientos y emociones como por personas, objetos o lugares. Como consecuencia es frecuente que se eviten estímulos que remuevan esos recuerdos dolorosos. Por ejemplo, después de sufrir un accidente de tráfico una persona puede evitar volver a conducir o incluso montar en un coche.
También se pueden experimentar síntomas de hiperactivación fisiológica como un estado de alerta casi constante, tensión muscular o dificultades para conciliar el sueño. Además es frecuente que la persona tenga dificultades para recordar algunos detalles del suceso traumático, el desarrollo de pensamientos negativos acerca de uno mismo o del mundo, la experimentación de sentimientos de culpa y una pérdida de interés por realizar actividades que anteriormente eran placenteras o generaban disfrute.