Las personas que sufren un trastorno obsesivo-compulsivo experimentan pensamientos incontrolables y recurrentes (obsesiones) y conductas (compulsiones) que repiten una y otra vez.
¿Qué son las obsesiones?
- Preocupaciones relacionadas con la presencia de gérmenes o la posibilidad de contaminarse.
- Pensamientos no deseados que tienen que ver con temas tabú para la persona. Es frecuente que estén asociados con el sexo o la religión.
- Pensamientos relacionados con hacer daño a otras personas o a sí mismo/a.
- Deseos de tener las cosas colocadas de una forma simétrica o en un perfecto orden.
¿Qué son las compulsiones?
- Hábitos de limpieza excesivos o conductas muy frecuentes de lavarse las manos.
- Ordenar las cosas de una forma muy precisa.
- Comprobar de una forma repetida si se ha realizado una determinada acción como cerrar una puerta o la llave del gas.
- Contar de una forma compulsiva.
Pero no todos los rituales o hábitos pueden considerarse compulsiones. Todos/as realizamos conductas de comprobación pero una persona con trastorno obsesivo-compulsivo las lleva a cabo de una forma diferente:
- No puede controlar ni sus pensamientos ni su comportamiento, incluso cuando reconoce que son excesivos.
- Dedica al menos una hora al día a estos pensamientos y conductas.
- Los rituales no le producen placer, pero rebajan su nivel de ansiedad.
- Su vida cotidiana se ve afectada debido al impacto de estos pensamientos y conductas.
A veces las personas pasan por algunos periodos en los que los síntomas se hacen más fuertes y por otros en los que remiten. En los peores momentos puede ser frecuente que se eviten situaciones que desencadenan sus obsesiones, o pueden recurrir al alcohol o a drogas para intentar relajarse. Las personas adultas normalmente reconocen que sus síntomas son irracionales, pero esto es algo que a los niños les puede costar más. Aún así, son conductas que padres y profesores suelen reconocer.
Referencia: www.nimh.nih.gov